Zhao Jun tiene 30 años, no tiene novia ni ahorros y un trabajo precario y mal pagado, lo que le convierte en el prototipo de “diaosi”, como llaman en China a millones de “perdedores” que no subieron al tren del impresionante desarrollo económico del país.
Según una reciente encuesta sobre este ejército en la sombra, realizada entre otros por la prestigiosa Universidad de Pekín, el 72% de los “diaosi” -expresión que se traduce literalmente por “vello púbico”- están descontentos con su situación. Más de un tercio tienen tendencias depresivas. La mayoría están solteros y lejos de su región natal.
Originario de la provincia de Jiangsu, Zhao Jun llegó a la capital en 2006. Pese a su diploma de la Universidad de Ciencias y Tecnología de Harbin, gana 3.000 yuanes (480 USD) por mes en una empresa de decoración.
“Vivo en un apartamento en el subsuelo, en el oeste de Pekín, con un alquiler mensual de 500 yuanes (poco más de 80 USD). No consigo ahorrar nada ya que aquí todo es muy caro”, dice a la AFP.
Según el estudio realizado entre el 1 de septiembre y el 1 de octubre, los “diaosi” gastan de media 39 yuanes (6.30 USD) en tres comidas diarias. Tienen un smartphone Android de una marca china, mucho más barata que un iPhone.
Extenuados por las horas extraordinarias en el trabajo (más del 70% de los casos) y los largos desplazamientos en transportes públicos, estos jóvenes se refugian en el sueño e incluso en el alcohol.
Las horas libres las dedican a los videojuegos, una cerveza barata al lado de su pantalla y unos cigarrillos de 700 pesos el paquete.
Lo contrario de gente guapa
Mucho más que el “salaryman”, su primo japonés con mejor suerte, el “diaosi” chino tiene un futuro sombrío. Aunque trabaje en el sector de las nuevas tecnologías.
A pesar de que la expresión forjada en internet tenía connotaciones peyorativas, se ha convertido sorprendentemente en señal de pertenencia, incluso de orgullo entre ciudadanos que se jactan de no ser ni funcionarios ni hijos de papá.
A los 28 años, A Qi, como dice llamarse, comparte una habitación en uno de estos edificios de ladrillo rojo que Pekín construyó en los años 1950 para absorber el flujo de campesinos. Un hábitat degradado que poco a poco sucumbe a la piqueta de los constructores inmobiliarios.
Una pancarta a la entrada, “Seguir al partido, realizar el sueño chino”, reproduce el eslogan de propaganda que repite como un mantra el presidente Xi Jinping.
“Diaosi, significa que no tenemos dinero”, dice A Qi, que dimitió en abril en la editorial donde trabajaba. “Me deprimía en cuanto entraba en la oficina. Me dije que no podía seguir así”.
Después intentó realizar comercio en línea en Taobao, el gigante chino equivalente a eBay, pero no lo consiguió. Decepcionado, ahora quiere marcharse.
Según los sondeos, decenas de millones de chinos se autodefinen “diaosi”, sin duda en desafío a una sociedad materialista que los margina o por rechazo al consumo desenfrenado que miran como espectadores.
Probablemente, también actúan como reacción, en un país donde se acumulan las presiones para hacer carrera, casarse o convertirse en propietario.
Fracasados
Esta postura, cerca de la contracultura, ha hecho reaccionar este mes al muy institucional Diario del Pueblo.
Esta tendencia a “autodenigrarse”, debe ser “denunciada y abandonada ya que puede afectar negativamente a la moral de la juventud”, dice el diario, abanderado del Partido Comunista Chino.
Feng Xiaogang, el cineasta preferido de los chinos, ha calificado de “imbéciles” a los que se denominan “diaosi”, en un microblog que fue reenviado decenas de miles de veces.
Renaud de Spens, un experto en China que vive en Pekín, resalta en la edición 2015 de su Diccionario impertinente de China, el término “diaosi”.
“Designa a los fracasados, a los nulos, a los que son a la vez feos y pobres, a los que no se pueden casar, y a los asimilados. En fin, a los holgazanes”, escribe.
La expresión también tiene su sitio en la pirámide social china, en la que brillan los “gaofushuai”, hombres “grandes, guapos y ricos” y las “baifumei”, mujeres “ricas y bellas de piel clara”.
Legiones de “diaosi” creyeron obtener el año pasado la consagración internacional, cuando un fabricante de videojuegos colocó en caracteres chinos la ya célebre expresión en una pantalla gigante en el Times Square de Nueva York.
Considerada demasiado vulgar, la publicidad fue retirada inmediatamente.
Con información de Bio-Bio
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