A 25 años de que se anunciara la privatización de Teléfonos de México (Telmex), que fue entregada por el Estado al empresario Carlos Slim Helú, el usurpador Carlos Salinas de Gortari, señalado por vender la compañía a precio de ganga, dice que se trataba de una empresa “emproblemada”, que no se malbarató y que si con el paso del tiempo se convirtió en monopolio, fue por culpa de “regulaciones deficientes”.
“Para muchos Telmex se ha convertido en la ‘bestia negra’ de las empresas privadas mexicanas. Es decir, en sinónimo de ‘abuso, atropello, monopolio concentrador del ingreso”, expone el ex usurpador.
En la primera de dos entregas, Salinas escribe este lunes en el diario El Financiero cinco razones por las que considera que son falsas todas las acusaciones que a lo largo de más de dos décadas se han discutido públicamente sobre la privatización de la paraestatal:
Salinas de Gortari expresa que es falso que la privatización se haya realizado como parte de un esquema neoliberal emprendido por su gobierno. Asegura que la determinación se tomó porque en ese momento el gobierno era propietario no sólo de empresas estratégicas sino hasta de cines, hoteles, fábricas de bicicletas y cabarets y Telmex era una empresa ineficiente y un “obstáculo para el desarrollo del país”.
“El crecimiento desbordado de la propiedad estatal en los años setenta derivó en un endeudamiento excesivo que se tradujo en aumentos crecientes del pago del servicio de la deuda, la explosión del déficit público y el desplome del gasto social. Para 1982 el gobierno tuvo que suspender el pago de la deuda externa y nacionalizó los bancos. Entonces el Estado mexicano tuvo que hacer un gran ajuste ante una crisis tanto de solvencia como de liquidez”, expresó.
Para 1988 el déficit fiscal era de 15 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y sólo el pago de intereses exigía cada año gastar el equivalente a 10 por ciento del PIB. Para 1994 esta situación se había revertido.
Ese año, el Banco Mundial reconoció: “El principal motivo del programa de privatización en México fue la necesidad de reducir el déficit público y estabilizar la economía”.
“Los bienes públicos se usaron para remediar los males sociales; nunca se privatizó por razón ideológica”, expresó Salinas.
En la segunda de sus justificaciones, rechazó que al momento de la privatización Telmex fuera una empresa eficiente.
“El Banco Mundial señaló que entre 1981 y 1988 ‘Telmex se estaba convirtiendo en más ineficiente… con una impresionante caída de la eficacia productiva de 43 por ciento’. Antes de la privatización, la mayoría de los hogares mexicanos carecían del servicio telefónico; además, había más de un millón y medio de solicitudes de instalación pendientes. Era un obstáculo al desarrollo del país y un grave problema para la vida cotidiana de los mexicanos. Conviene recordar las manifestaciones de angustia de los usuarios. La expansión de Telmex hubiera requerido del Estado más de 10 mil millones de dólares”, escribió.
Como tercer punto, negó que “la venta de Telmex se hizo apresurada, se malbarató y quedó en manos de socios ocultos”.
LA REGULACIÓN FUE LA QUE FALLÓ
Justifica que la privatización se hizo de manera “transparente” y la misma “requirió un trabajo previo muy cuidadoso, y cubrió los 21 pasos requeridos para cada privatización en la Comisión Gasto-Financiamiento del gobierno federal. Se convocaron instituciones financieras internacionales para garantizar la transparencia de la privatización. La compañía se inscribió en el Mercado de Valores de Nueva York (fue la primera vez que una empresa mexicana lo hacía). Para cotizar en el mercado norteamericano, tuvieron que presentarse en Estados Unidos, de manera totalmente transparente, tanto los pormenores de su compraventa como el detalle y el listado de cada uno de sus nuevos propietarios: no hubieron socios ocultos. Telmex se vendió a un precio muy favorable para el gobierno. Dos años antes de la privatización, Telmex sólo valía 207 millones de dólares. Tuvo que reestructurarse fiscal y financieramente para maximizar su valor. En el momento del anuncio de su privatización, Telmex ya estaba valuada en 3 mil 300 millones de dólares. El gobierno recibió por su participación accionaria 8 mil 615 millones de dólares. De acuerdo al monto recibido por su venta, esa privatización se convirtió en la cuarta más importante del mundo”.
Como cuarto punto, Salinas negó las versiones publicadas en el libro Por qué fallan las naciones, en el sentido de que Carlos Slim había ganado la subasta, a pesar de que su oferta no fue la más alta.
“Jacques Rogozinski refutó públicamente esta afirmación y aportó varias pruebas a la Editorial Penguin Random House. Ante la evidencia, la editorial tuvo que eliminar esa frase en la siguiente edición. También Rogozinski reclamó a la Oficina de Integridad de la Universidad de Harvard. Por ese motivo, el profesor está sujeto a investigación por esa Universidad. Sin embargo, de acuerdo a Rogozinski, esta institución educativa ha tenido hasta ahora que ‘sacrificar la verdad y la investigación basada en evidencias para proteger a un miembro de su facultad’ y así no tener que sancionar al profesor –James A.Robinson, autor del libro- por fabricar evidencias para apoyar sus tesis”.
Y finalmente, en el quinto punto, Salinas de Gortari niega también que la privatización favoreció las condiciones de monopolio que favorecieron a la empresa durante más de dos décadas.
“En la privatización claramente se establecieron condiciones para impedir que Telmex se volviera empresa monopólica. Por eso, inmediatamente se permitió la entrada a cualquier empresa que solicitara prestar el servicio telefónico. Así, contra lo que comúnmente se afirma, a partir de la privatización el mercado local quedó abierto a la competencia. Sin embargo, para resolver el problema existente en 1990 de subsidios cruzados (tarifas de larga distancia muy altas subsidiaban a las locales), se le permitió a Telmex exclusividad solamente en larga distancia nacional e internacional para realinear esas tarifas, aunque desde el arranque se precisó que esos mercados se abrirían a la competencia a partir de 1997”.
Afirmó que las autoridades tuvieron 20 años para fortalecer la rgeulación en la materia, pero en lugar de ello, crearon órganos reguladores débiles, como la Comisión Federal de Competencia (CFC), que permitieron a la compañía adueñarse del mercado.
Salinas explica que Telmex sólo perteneció al Estado 18 años, entre 1972 y 1990. Al momento de la privatización el gobierno tenía 56 por ciento de las acciones y 44 por ciento ya era propiedad de particulares (los usuarios principalmente). Al privatizarse se le destacó internacionalmente como ejemplo de una privatización exitosa. El Banco Mundial señaló en 1994: “Telmex es considerado como una de las grandes historias de éxito de la privatización”.
Con información de El Financiero / Sin Embargo
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