Eliseo Caballero Ramírez, ex corresponsal de Televisa, aseguró que fue bajo amenaza y por temor que se reunió con el líder del cártel de Los Caballeros Templarios, Servando Gómez Martínez, La Tuta, ya que en 2007 recibió un mensaje que afirmaba que integrantes del crimen organizado atentarían contra su vida, “me vi obligado a acudir a un lugar inadecuado, pero no soy un delincuente”.En una carta a periodistas y amigos dijo que lo único que buscó es salir librado y en lo posible no hacer enfadar a un grupo que resolvía o resuelve sus desacuerdos matando a quien no hace lo que quieren. “Yo logré no hacer lo que me solicitaban y aun así no tener consecuencias contra mi integridad, mi vida o las de mis compañeros de la corresponsalía”.
Caballero Ramírez comentó que fue la única salida, además consideró que de esa manera podría contar con información veraz. Comentó que de acuerdo al control editorial de la empresa televisora es imposible publicar información como el grupo criminal quería, como “ataques directos a autoridades federales, al ejército, a los gobernantes, ocultamiento de información o difusión de mantas, datos y acontecimientos falsos o tendenciosos), lo cual se pude confirmar con los archivos históricos de todas mis coberturas periodísticas”.
En el texto afirma que hasta hace poco más de ocho meses la vida de todos los sectores de la sociedad michoacana estaba sometida por el grupo delictivo que encabeza La Tuta. “Michoacán vivió una situación compleja los últimos 8 ó 10 años, desde que comenzó el accionar de la entonces llamada Familia michoacana”.
En abril de 2007 las oficinas de noticieros Televisa México recibieron una llamada anónima donde decían que un grupo de narcotraficantes de Uruapan lo tenían como blanco para atentar contra su vida, incluso la empresa interpuso denuncia ante la Procuraduría General de la República.
En materia de seguridad se vivieron años difíciles, y fue en 2013 cuando recibió la “invitación” para interactuar con La Tuta precedida por una llamada telefónica de advertencia: “esta no es una petición, es una orden y si no vas, nosotros te llevamos”, acompañado de un listado de nombres de personas allegadas a él de las que dijeron saber todas sus actividades, sólo para asegurar su asistencia.
“Me vi obligado entonces a conocer al convocante y una vez en su presencia, hacer todo lo posible por parecer ‘amistoso’ , alguien a quién no viera como su enemigo sino como alguien en quien ‘confiar’, pero siempre con la intención de buscar no ponerme en su mira y de evitar a toda costa que se enfadara y cambiara su actitud hacia mí; sé que sí no hacía eso, tarde o temprano me exigiría publicar notas que no podría publicar y con ello vendría el consiguiente castigo”.
Con información de La Jornada
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