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jueves, 25 de septiembre de 2014

Las ocho palabras que nunca debes usar en el trabajo

Muchas de las personas que trabajan en una oficina (sobre todo en departamentos como comunicación o comercial) reciben cientos de correos electrónicos todas las semanas. Y la mayoría no son interesantes. La bandeja de entrada se llena de anuncios, notas de prensa y peticiones que van inmediatamente a la basura. 




De la criba se salvan los correos de nuestros compañeros de trabajo y contactos profesionales, pero aún así, estos son más o menos efectivos según estén escritos.

John Brandon es un periodista freelance que trabaja en numerosos medios estadounidenses. Y como buen periodista, recibe casi mil emails al mes. Eso sin contar los cientos y cientos de mensajes promocionales y de redes sociales que acaban en sus respectivas carpetas de Gmail que nadie mira nunca. Como explica en un artículo para Inc, tras años de práctica filtrando mensajes se ha convertido en un experto en descartar aquellos que no interesan: los correos en los que el interlocutor muestra una patente inseguridad.

Cuando hablamos con un cliente, un proveedor, un vendedor o un compañero, les haremos mucho más caso si muestran seguridad en sí mismos

Eso es algo que puede extenderse a todas las relaciones laborables. Cuando hablamos con un cliente, un proveedor, un vendedor o un compañero, les haremos mucho más caso si muestran seguridad en sí mismos. Y es algo que se viene abajo al escuchar determinadas palabras. Cuando una persona utiliza estas, el receptor del mensaje sospecha inmediatamente que el emisor no está seguro de que su producto o servicio sea bueno, funcione o esté disponible.

Brandon propone una serie de palabras inglesas que deberíamos desterrar de nuestro vocabulario laboral, palabras que tienen fácil traducción al español y que son también muy utilizadas en nuestras oficinas.

1. “Puede” o “Es probable”

“Puede que el pedido llegue antes del lunes”. ¿Cómo que puede? ¿Quién va a fiarse de una empresa que no sabe a ciencia cierta cuál es el día límite de entrega? Lo mismo ocurre con los trabajadores. Si escribes a tu jefe diciendo que “es probable que el informe esté listo el viernes” tu imagen en la empresa se verá dañada irremediablemente. Si no sabes cuándo vas a acabar algo es que te faltan determinadas habilidades, no sabes manejar tu tiempo, o no estás priorizando adecuadamente tus tareas.

2. “No creo”

Es esta otra palabra de lo más ambigua. ¿Qué significa “no creo”? Casi siempre se puede traducir como “no”, pero muestra una inseguridad innecesaria cuando podemos dar una negativa firme. En ocasiones utilizamos esta expresión como pretendiendo ser educados, pero se trata de una entelequia: ambos sabéis que no vas a acudir a la reunión, así que no tiene sentido generar una incertidumbre ficticia.

3. “Normalmente”

“Normalmente suelen aprobar este tipo de solitudes”. ¿Normalmente? ¿Y qué pasa si no la aprueban? Es difícil fiarse de alguien que utiliza expresión, pues no nos ofrece ninguna garantía. “Normalmente” suele implicar que no cuentas con toda la información para asegurar algo, y no hay nada de malo en ello, pero es mejor ser específico explicando, por ejemplo, “que este tipo de solicitudes suelen aprobarse, pero, en ocasiones, a fin de mes ya se ha cumplido el cupo”. La incertidumbre es similar, pero ya no recae sobre tus hombros.

4. “Sospecho”

Además de dar una imagen de cotilla, que no te conviene en absoluto en la empresa, el “sospechar” algo no ofrece ninguna seguridad. De nuevo, si te falta alguna información, dilo directamente y comparte lo que sepas. No digas “sospecho que uno de los inversores podría abandonar el barco”, di “creo que uno de los inversores podría abandonar el barco, porque he visto u oído tal o cual cosa”.




Cuando hablamos con un cliente, un proveedor, un vendedor o un compañero, les haremos mucho más caso si muestran seguridad en sí mismos

5. “Imposible”

“Apuesto lo que sea a que Mark Zuckerberg no ha usado la palabra “imposible” en un correo nunca”, afirma Brandon. Y quizás esté en lo cierto. Aunque algo sea imposible, es mejor no usar esa palabra y, a cambio, ofrecer alternativas. Algo puede ser “difícil” o, mejor, “no merecer la pena”, pero nunca “imposible”.

6. “Preocupado”

La vida es siempre complicada y todos estamos preocupados. Es una obviedad, y no hace falta recordárselo a todo el mundo, y mucho menos en el trabajo. Si tienes problemas con alguna cosa, exprésalo tal cual: se específico sobre lo que falla y sobre las posibles soluciones al dilema.

7. “Confundido”

Como explica Brandon, “expresar tu confusión va a crear aún más confusión”. Si estás confundido, no lo digas, sólo explica que cosas concretas te preocupan. Si le dices a la gente que estás confundido dará la impresión de que no entiendes algo o no tienes la capacidad para manejar aquello que tienes entre manos.

8. “Necesito”

Al expresar necesidades por correo pareces un pedigüeño. “Necesito que me entregues el informe”, suena un poco ambiguo. Mucho mejor es el muy español “¿qué hay de lo mío?”. Es preferible ser más directo en nuestros requerimientos.

Con información de El Confidencial
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