Aunque sus lesiones son riesgo de trabajo, sufren de ofensas y extorsiones en la misma corporación; permanecen 12 horas en el centro de mando sin hacer nada
Ofensas verbales y psicológicas, falsificación de documentos, extorsiones, obstáculos para licencias médicas, e incompetencia en trámites administrativos como el riesgo de trabajo, son el común denominador en las historias de policías federales que perdieron su salud en el cumplimiento de su deber.
Se trata de los agentes del denominado 20 Agrupamiento (20-A), o el de “los teletones” o “los apestados” como se refieren dentro de la misma corporación a ellos. Son casi un centenar de agentes, la mayoría de la División de Fuerzas Federales, que ya no pueden realizar funciones operativas debido a la discapacidad que sufren.
“No sirves”
David Mendoza Orozco llegó a la Academia de la Policía Federal en San Luis Potosí en el 2010. El 1 de septiembre de ese año, en los entrenamientos, cayó de casi tres metros al tratar de superar un obstáculo que él afirma estaba en mal estado. Sufrió de múltiples roturas de ligamentos y lesiones en meniscos que se agravaron porque tardaron una semana en llevarlo a un hospital.
Luego de una cirugía, el cadete regresó a la Academia. “Yo terminé el curso, pero el mando que estaba a cargo de nosotros, Carlos Salas Azua, me dijo que ya no servía, que me fuera, que era un inútil y así siguieron los insultos de los académicos y los jefes”, dijo.
Mendoza cree que querían que se fuera para no tramitarle su “riesgo de trabajo” que certifica ante el ISSSTE que su lesión fue dentro de su labor cotidiana. Pero hasta el día de hoy no se lo han otorgado por múltiples irregularidades.
Una de ellas ocurrió cuando ya estaba asignado al 20-A, dirigido por el inspector Fausto Eduardo Arenas Castillo. Los mandos de dicha unidad falsificaron un reporte de su lesión con datos imprecisos. El ISSSTE detectó las versiones contradictorias y rechazó certificar la lesión.
Previo a esto el agente fue extorsionado. El comandante Rodolfo Martínez Solís, de Recursos Humanos de la División de Fuerzas Federales, que dirige Salvador Camacho Aguirre, le pidió “El 40”, como se denomina en el argot policiaco a dinero o gasolina a cambio de asignarlo a algún trabajo administrativo, pues le dijo que por su estado “ya no servía”.
Mendoza se negó, pero Martínez Solís lo amenazó con ordenar que fuera sometido a un examen de permanencia y lo corrieran. Por ello denunció los hechos ante la PGR donde se inició la averiguación previa PGR/DDF/SZN-VIII/475/2012 por delitos cometidos por servidores públicos.
Otro caso es el de Miguel Ángel Casasola, quien en una práctica de ascenso y descenso en el 2009 en Sinaloa cayó y se lesionó de forma permanente el tubo digestivo, condición que se agravó por una caída de motocicleta en el 2011. No ha recibido la certificación de riesgo de trabajo, y también fue extorsionado.
“Un oficial que se llama Marco Santos Sánchez, responsable del área de Casas de Seguridad también del 20-A, me insinuó que tenía que darle dinero para mis incapacidades, no me permite ir a unas terapias alternativas. Yo lo denuncié a Asuntos Internos pero no ha pasado anda”, dijo.
Las gradas
“No nos dejaban entrar ni al comedor, no teníamos derecho a comida caliente, nos llevaban los alimentos fríos a las gradas, donde aún nos hacen permanecer 12 horas al día” dijo Casasola.
Un reclamo por comida decente obligó a los mandos a regresarles el acceso al comedor a los integrantes del A-20, pero hasta el día de hoy continúan en las gradas, a un costado de la pista de atletismo del Centro de Mando de la PF en Iztapalapa.
Permanecen ahí, según comentaron, por órdenes de Arenas, jefe del referido agrupamiento, y de su segunda al mando, la inspectora Aracely Sánchez Rodríguez.
“Ella (Aracely) literal me dijo que le era desagradable trabajar con gente discapacitada, que era muy desagradable, que le causaba repugnancia y me dijo que ya no alegara con cambiarme. Ella me quitó de un área de archivo donde estuve y me puso en las gradas”, dijo Mendoza.
Esta situación casi le cuesta la vida a Emmanuel Cárdenas Domínguez, un federal con seis años de carrera, quien el 10 de enero del 2010 fue apuñalado en múltiples ocasiones durante un traslado de reos federales en el penal de Tecate, BC. Las secuelas que padece son insensibilidad en la pierna izquierda, vena femoral reventada en el lado derecho, y trauma facial y nasal.
“Todo fue por órdenes de la jefa Aracely. Me dijo que como tenía yo una pensión tenía que ir a estar en las gradas. El 10 de octubre, ya con un mes en las gradas, me puse muy malo, me dio una arritmia con un coágulo que empezó a avanzar y estaba cerca de ser trombosis. Fui de emergencia al Ángeles Metropolitano donde me salvaron la vida”, dijo en entrevista.
Agencias
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